Libros de Hibernia (4)


Inicial decorada (Mss. del Corpus Christy College. F. Henry: L’Art Irlandais)

Las compilaciones fueron el formato más habitual de los grandes libros, tan famosos como el Libro de la Vaca Parda, el de Léinster (XIII-XIV), el Libro Amarillo de Lecan (s. XIV), entre otros. Al estudiarlos en profundidad, se tienen pocas dudas de que fueron escritos por varias manos, o sea que se revisaron, se completaron, se «estiraron» con añadidos… por otros escribas, en distintos momentos de su historia textual. Ésta, a veces llega hasta mucho después del invento de la imprenta.

El libro de la Vaca Parda (s. XII), por ejemplo, contiene 37 relatos de variable longitud y caracter. Como ya se dijo en otras entradas, fue escrito por varias manos, casi  demasiadas… pues era un libro codiciado tanto por lectores como por escribas y «doctores en Historia» que lo usaban como fuente de sus noticias, hasta la época Moderna. La comparación de los relatos contenidos en un ejemplar con los contenidos en otros (¡sobre todo si se trata del mismo relato!) facilita actualmente la datación y el conocimiento de la «historia textual» de cada contenido,

según las formas de la escritura y el estado de la lengua empleada.                

Existen compilaciones ya de la Baja Edad Media, como El Libro Amarillo de Lecan (s. XIV-XV)  y, desde luego, las recopilaciones cronológicas de Anales escritos anteriormente, como la de los anales de Connacht (s. XVI) atribuida a los Ó Duibhgheannáin, una familia de escribas y eruditos que también tuvo parte importante en la redacción del famoso Lébor Gabála. Este no era sino una muestra de lo que se llama «historia sintética», hecho a base de trillar en otros libros, o fragmentos de ellos, así como en copias de Anales monásticos o fragmentos atribuidos a otros escribas/filidh.

Otros generos literarios fueron las incursiones «enciclopédicas» en la filología con rasgos retóricos. Las más antiguas están atribuidas al Rey-Obispo de Cashel y Munster, Cormac mac Cuillenain, que murió en el s. IX. Se trata de un glosario (Sanais

Fragmento de un ms. latino procedente de la Abadía de Corbie (Francia), atribuido a fundación irlandesa. Representa a Isidoro de Sevilla entregando su obra a un familiar. BN París.

Cormac) famoso ser una «traducción al irlandés» del sistema de trabajo explicativo de Isidoro de Sevilla en las Etimologías. A su vez, este género contribuyó a la edición de otros glosarios o diccionarios pre-modernos de la lengua irlandesa.

En esta página podéis ver transcritas mediante ordenador algunas de las explicaciones de Cormac, según una de sus copias. Observar que hace derivar del hebreo (por ej.) o del griego palabras netamente gaélicas (con demostrables raíces indoeuropeas según la filología moderna), o juguetea con el significado en otras lenguas de una misma palabra, como si una extraña «confusión» babélica las hubiera mezclado.

Existen otros tipos de senchas, que mencionamos de pasada: la tradición de las mujeres (famosas) o la de los cementerios (Senchas na réilig), etc. Estas tradiciones se realizaban en forma de compilación de historietas, a veces atribuidas a reyes, filidh o personajes pseudohistóricos.

Un ejemplo de larga historia textual* de observa en esta página sobre del Libro de Durrow, evangeliario atribuido a S. Colum Cille, con trazas de ser anterior al s. XII. En el manuscrito hay añadidos del escriba original (desconocido); frases escritas por personajes medievales (datables por otras fuentes) y de estudiosos del ejemplar desde el s. XVI hasta el XIX.

Este libro se conservó en Durrow, más o menos bien, hasta la decadencia del monasterio en la Baja Edad Media, y luego hasta los finales del XVII, cuando compró el manuscrito la Bibloteca del Trinity College de Dublín.

La llamada «diáspora irlandesa», después de la Guerra de los Nueve Años, contribuyó a dispersar escribas y libros por el continente europeo, y a reunir o copiar ejemplares, o bien reeditarlos en sitios muy lejos de Irlanda. Vale como ejemplo el caso del Libro de las Invasiones (Lebor Gabála Érenn), que se hizo a medias entre el (antiguo) Ulster y los actuales Países Bajos, por entonces en posesión española. Sus fuentes fueron, precisamente, relatos pseudohistóricos contenidos en viejas compilaciones o literatura analística anterior.

Los «Colegios de Irlandeses» que surgieron bajo patrocinio de la Corona y la Iglesia española en el s. XVII también atesoraron algunos manuscritos que fueron después estudiados o recopilados por anticuarios del XIX, como fue el caso del mss. Stowe y otros, que pertenecieron a la Biblioteca de Charles Ó Conor (S. XVIII).

Distintas oleadas de personajes de clase alta, fundadores, patronos o administradores de tales comunidades irlandesas expatriadas (ej.: el  Colegio Irlandés de Salamanca), contribuyeron a conservar libros de recopilación histórica con materiales conocidos, fragmentarios, sacados de Hibernia; a transmitir su contenido mediante la imprenta, y a extender por la Europa Moderna y Contemporánea las formas de la escritura, el idioma y los estilos literarios que se atesoraban en la isla. El nacionalismo irlandés del s. XX aportó nuevos eruditos (alemanes, franceses y angloirlandeses también) que buscaron con afán cualquier texto que pudiera relacionarse con Irlanda. Así se nutrieron bibliotecas como la del Trinity College o las colecciones de la Royal Irish Academy, aparte de los libros que se conservaban en otras biliotecas, como la de la Universidad de Oxford, el monasterio de San Gall en Suiza, o la B.N. de París.

También ésto contribuyó a forjar una imagen de Irlanda y de «lo irlandés» (con sus aspectos buenos y malos) fuera de su territorio… Pero todo esto ya es Historia del siglo XVII-XX.

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