Me parece que, según la encuesta de SEO Birdlife España, mi amigo el avetoro va a llevarse el cartelico de «ave del año 2023». ¡Me alegro por él!
Lo cierto es que verlo, solamente lo he visto dos veces: en un humedal de Extremadura y… en el Jardín del Príncipe, con el cuello estirado, tomando el sol nada menos que en el templete de madera del Estanque de Chinescos.
No llevaba yo cámara ni teléfono, y la persona que iba conmigo se creyó que se trataba de una serpìente muy grande… Pero no, no lo era cuando nos paramos a admirarlo.
He visto a sus primos más pequeños, los avetorillos, en la misma orilla del río, y espero verlos (a ambos) otra vez, cuando me acerque a algún humedal en tiempo cálido. No hoy, precisamente, que es Fin de Año…
El avetoro me gusta desde que no sabía cómo era y conocí este poema de malditos, exiliados y borrachines, escrito por Cathal Buidhe mac Gilla Gunna, que murió (ojalá no de sed) a mediados del XVIII y fue, si la cita biográfica no miente, coetáneo del avetorillo Ó Carolan.
El fondo del poema es un poquito socarrón, pero entiendo que se compuso como despedida a algún paisano de mayor rango y nombre que no se podía publicar por motivos políticos:
«EL AVETORO AMARILLO» (An Bonnan Buidhe)
No se embriagó jamás el avetoro,
pero mejor le fuera beber sus buenos tragos;
veréis sobre una roca desnuda su esqueleto,
donde vivió cual monje y ermitaño. Seguir leyendo